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sábado, 23 de enero de 2010

LA DECISIÓN DE ANNE (MY SISTER'S KEEPER)

La decisión de Anne es una de esas joyas poco publicitadas que si nadie lo remedia acabarán injustamente siendo emitidas un domingo por la tarde por la televisión como si de un telefilme más se tratara. Hace poco tuvimos el ejemplo de “Madre en apuros”, protagonizada por una magnífica Uma Thurman. La decisión de Anne es una obra maestra de esas que sólo se encuentra uno en la gran pantalla una vez cada varios años.

La decisión de Anne es una película magistral desde cualquier punto de vista, en la que Cameron Díaz y Abigail Breslin interpretan a la madre y hermana, respectivamente, de una niña en las fases finales de su lucha contra la leucemia. Cameron Díaz nos regala con una extraordinaria actuación que confirma, quizás un poco tarde en su carrera, que dentro de esa fachada de rubia guapa había una gran actriz. Ya lo había dejado intuir en “The Holiday”. Y para Abigail Breslin el papel protagonista de esta película la consagra como una magnífica actriz adolescente con la capacidad de interpretar personajes inmersos en profundos dramas, lo cual es con seguridad el punto de partida de una carrera de gran éxito, si sabe seguir eligiendo sus papeles. Recordémosla en “Sin reservas”. No se puede tampoco dejar de lado la impresionante actuación de Sofia Vassilieva como la niña enferma y los demás miembros del reparto, que incluye a Evan Ellingson (el hijo de Horatio en CSI Miami) y un breve papel para Emily Deschanel (La Dra. Brennan, también conocida como “Huesos”).

Pero las actuaciones no son lo único que hacen de esta película la obra maestra de que hablaba. Como siempre, una buena película es el resultado de la contribución de la excelencia en todos sus aspectos, y es esto lo que sucede con La decisión de Anne. Partiendo de un magnífico guión adaptado y de una dirección que roza la perfección, se obtiene una película que, a pesar de la temática, es todo un despliegue de arte y técnica cinematográfica sin necesidad de recurrir a efectos 3D ni a extravagantes experimentos.

Es una historia que desde el principio hasta el final exhibe un ritmo perfectamente mantenido gracias a que en los momentos más inesperados, cuando ya parece que la historia está completamente planteada y sólo cabe esperar el desenlace, aparece un nuevo ingrediente, un nuevo elemento argumental que abre nuevas expectativas e interrogantes. Estos ingredientes tan hábilmente dosificados por el director no son en absoluto añadidos postizos, sino elementos íntimamente relacionados con la poliédrica realidad de la concepción de niños con el fin de que sean repositorios de órganos para familiares enfermos. Así, los autores demuestran que en esta controvertida cuestión, como en tantas otras, las cosas no son ni tan simples ni tan claras como se podría desprender de tantos debates superficiales que suscita, y a lo largo de la película van apareciendo los puntos de vista de la madre que se ha obsesionado con salvar a su hija enferma, de la hija-repositorio, del padre que soporta y deja hacer, del hermano que en esta complicada situación no recibe la atención que debería, de los médicos que intentan hacer todo lo posible, la del sistema legal y cómo no, la de la propia niña leucémica que ve que por su causa su familia está desquiciada y sufre más por eso que por su enfermedad.

Para que todos estos elementos aparezcan uniformemente distribuidos, el director utiliza con maestría el recurso del flash-back. En un primer momento el espectador empeñado en tener controlada la sucesión temporal de los acontecimientos puede verse un poco desorientado, pero no tardará en percatarse de que lo importante de los flash-backs no es su ubicación en el tiempo, sino su aportación argumental a la historia, que como si fuera un canon, se va enriqueciendo escalonadamente con una amplia riqueza de ángulos sobre la problemática.

De esta manera, se abordan temas polémicos como la ingeniería genética para la donación de órganos, los cuidados paliativos, el derecho a una muerte digna, la cohesión familiar, sin abundar en manidos argumentos a favor o en contra, sino mostrando el efecto que determinadas decisiones en estos ámbitos tienen sobre las personas implicadas. Estas personas son mujeres, hombres y niños reales, con sentimientos encontrados, ni buenos ni malos del todo pero siempre bienintencionados, personas que sufren, aman y viven de la mejor manera que saben ante una situación extrema. La realidad es así, sin bandos, ni buenos ni malos, y de hecho hay un momento en la película en que el padre de la niña, ante el reproche de su esposa de no estar de su lado, responde diciendo “¿Es que ahora hay lados? En esto no hay lados…” Todo un resumen del planteamiento de la película.

La decisión de Anne lo tiene todo. Incluida una de las más bonitas historias de amor que se han visto en el cine, rematada por la declaración de amor más extrema y por ello bonita que recuerdo en una película: la de un compañero de hospital de la niña enferma, él mismo afectado por leucemia, con la que ella mantiene una intensa y breve relación amorosa hasta el punto que él es capaz de afirmar que “Me alegro de estar enfermo porque si no, no te habría conocido.”

Tiene momentos cómicos tan bien entrelazados con el dramatismo que uno no sabe si llora de alegría o de pena en una sublime mezcla de sentimientos que el director logra provocar por medio de sencillas escenas casi cotidianas dentro de la grave situación que viven. Es una oda al amor en todas sus vertientes –maternal, filial, romántico, fraternal, de compasión—tan real que, como la vida misma, nos hace sonreír mientras aún caen lágrimas por nuestras mejillas.

Y consiguiendo el más difícil todavía, esta película tiene incluso un elemento de intriga hábilmente sostenido a lo largo de la película, a través de aparentemente ininteligibles secuencias del hermano deambulando por la calle y que al final encuentra su explicación en un sorprendente giro argumental que corona el magnífico guión.

Es tanta la riqueza de esta película que cada secuencia, cada toma, adquiere y expresa una profundidad de significado insospechada que se podría analizar extensamente por separado. No le sobra ni le falta ningún fotograma e incluso la fotografía, utilizada de manera sobria pero con una eficacia ejemplar añade toda una dimensión poética contribuyendo a hacer un producto redondo.

En conclusión, es una película que me temo que va a pasar por los cines y los expositores de DVDs con una falta de notoriedad totalmente injustificada. En realidad es una película que no hay que perderse. No digan que no les había avisado.

Nota: sólo un comentario más para expresar mi total disconformidad con la ligereza con que los distribuidores para España se toman la traducción de los títulos. Una vez más parece que el título en español se lo han dado en base a la lectura de una sinopsis y no de un visionado de la película completa. En este caso, como en tantos otros, el título en español no sólo no le hace justicia a la intención de los autores de la película, sino que desvirtúa las expectativas del público. Con lo fácil que habría sido tomar el título de la novela en español (“La decisión más difícil”) o traducir el título de una manera que conservara la ambigüedad de “My sister’s keeper”, como por ejemplo “¿Quién cuida de mi hermana?” (Y hasta aquí puedo leer…).

LLUVIA DE ALBÓNDIGAS

Ver Lluvia de albóndigas es una experiencia absolutamente satisfactoria debido sobre todo a la falta de pretensiones por parte de sus creadores. Una falta de pretensiones que hace que el resultado se aleje de ser un "quiero y no puedo" y los espectadores no se creen falsas expectativas.

Descansa sobre una idea muy original y la desarrolla de manera sencilla pero eficaz, en términos de entretener y arrancar alguna sonrisa que otra. Es una película para toda la familia, ya que el hecho de que llueva comida del cielo es fuente de hilaridad para cualquier niño, y al mismo tiempo las múltiples bromas que sólo entenderán los padres hará que éstos también salgan satisfechos de la sala de cine.

Es, además, un gran homenaje a los numerosos escolares que, tildados de empollones, han de sufrir las burlas de sus compañeros. Es un homenaje a la ciencia que estos escolares admiran haciendo que por una vez los héroes de los protagonistas sean los científicos famosos de toda la historia. No se pierdan la habitación del protagonista cuando era pequeño.

domingo, 10 de enero de 2010

CUENTO DE NAVIDAD

Tras el ensayo general de Polar Express, Robert Zemeckis ha perfeccionado la curiosa técnica de ida y vuelta por la que se convierte a actores reales en personajes de animación, lo cual implica la distorsión de sus facciones para que parezcan realmente el producto de una animación y encajen con el entorno diseñado gráficamente, para luego intentar que el conjunto –personales y entorno—parezcan lo más real posible. Digo que lo ha perfeccionado, porque realmente hay personajes muy logrados, pero el resultado final dista mucho de ser satisfactorio. Aún abundan y llaman la atención las miradas al infinito que no se fijan en nada de muchos de los protagonistas de animación, que les dan ese carácter irreal. Una pena la versión infográfica de Colin Firth, un tan buen actor reducido a un dibujo animado inexpresivo.

El comienzo de Cuento de Navidad es espectacular y prometedor, con un perfecto equilibrio entre el contenido argumental y los inevitables efectos que – no sé si por contrato— parece que se ven obligados los productores a incluir si la película va a ser distribuida en el circuito de salas 3D. Sin embargo, la promesa queda incumplida y el equilibrio roto en favor del efectismo, del exceso de secuencias pensadas exclusivamente para realzar la técnica del 3D que toca promocionar como tabla de salvación del cine, debido a que por ahora no puede disfrutarse en películas descargadas por internet.

Es una pena que ocurriera esto en esta película, que de no haber sido creada bajo estos condicionamientos, podría haber pasado a la historia como una versión definitiva del clásico de Dickens. Pero el resultado es una película cuyo contenido argumental es escaso, con sólo unas pocas pinceladas del rico contenido del cuento. Ni siquiera conociendo la historia original se entiende lo que el espíritu de las Navidades pasadas pretende comunicar a Scrooge con la visita a su pueblo natal en dos etapas de su infancia. Parece que no queda tiempo para profundizar porque hay que dedicar muchos minutos a los efectos 3D, que en realidad no son más que transiciones hipertrofiadas.

Aún así creo que merece la pena ir a verla, eso sí, sucumbiendo a la “necesidad” de verla en la versión 3D.