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sábado, 10 de abril de 2010

Nota sobre el 3D y lo que cuesta ir al cine

La verdad es que me alegro de haber esperado a esta ocasión para ver una película en 3D, cuando ya ha pasado (un poco) la histeria inicial. Hay que reconocer que la tecnología está mejor conseguida que en anteriores intentos, pero sigo afirmando que no aporta mucho. Eso lo digo a pesar de que “Cómo entrenar a tu dragón” se prestaba mucho a aprovechar las ventajas del efecto estereoscópico. Aún así, sólo me pareció una experiencia especial en secuencias muy puntuales, y no precisamente las de vuelos en picado. Es una curiosidad que a mi entender no justifica el incremento del 50% en el precio de la entrada. Si lo introdujeran al mismo precio que las demás películas quizás se consagraría, pero de esta manera, una vez vista la novedad, el público va a seguir optando por la versión tradicional, y si es el día del espectador, mejor. Tampoco justificará los altos precios que seguramente tendrán los equipos que ya han anunciado que se venderán para ver cine en 3D también en casa.

En cuanto al precio de la entrada hay que decir que los cines nos la han vuelto a meter doblada, eso sí paulatinamente. Tras haber tenido que rectificar hace unos cuatro o cinco años, lo han vuelto a intentar yen poco más de un año, lo que era el precio más caro,entre 5,50 o 6,00€, ha llegado a ser el mínimo posible con el máximo descuento que uno puede conseguir, siendo menor de 12 años por ejemplo. Esto se disfraza con numerosas promociones, pero ir al cine se ha vuelto demasiado caro para que estos precios se sostengan. Luego se quejan de que no va nadie. En Estados Unidos hay salas donde ir a ver películas por un dólar. No son los estrenos, pero a la segunda o tercera semana en cartelera, todas las películas se pueden ver a ese precio. Esa es la diferencia entre un país que se vuelca con la industria cinematográfica y otros en los que el cine es incapaz de sobrevivir sin ayudas y subvenciones.

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