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sábado, 26 de junio de 2010

The Blind Side

Si es cierto que Sandra Bullock puede permitirse el lujo de ser muy selectiva con las películas que hace, ésta es buena prueba de ello.

The Blind side no es una más de esas películas “basada en hechos reales” con moralina y final feliz. Es toda una lección de humanidad, precisamente sin la repelente pretensión de aleccionar. Es verdad que la protagonista lleva a cabo una buena acción de la que muchos podrían tomar ejemplo, pero es igual de importante en el argumento la “purga” de sus intenciones al hacerlo a lo largo de la película: ella misma duda de la rectitud de sus intenciones, como lo hacen las personas a su alrededor. No sólo ante éstas, sino sobre todo ante sí misma, ha de demostrar que la ayuda que presta al joven chico al que acoge en su casa no está cargada de paternalismo y autocomplacencia. Y es esto lo que hace que esta película sea tan especial, y la espectacular actuación de Sandra Bullock merecedora de un Oscar.

Cinematográficamente es imprescindible destacar el uso de las caras de los personajes para expresar sus sentimientos y estados de ánimo sin mediar palabra. Y digo caras y no las expresiones faciales, ya que es admirable cómo sin apenas hacer muecas ni grandes gestos (como haría por ejemplo Jim Carrey), en cada momento unas excelentes tomas de las caras en primer plano situadas estratégicamente son las encargadas de transmitir las sensaciones de la historia con un realismo estremecedor.

Es éste un realismo que demuestra cómo una vez más, para ser verosímil no es necesario recurrir a la fácil solución de los cineastas vacíos de ideas que consiste en mostrar imágenes y secuencias cada cual más cruda o salvaje, en una escalada de violencia cutre y desgarradora (me vienen a la cabeza pasillos mugrientos con personas drogadas recorridos cámara al hombro). Se puede usar lenguaje cinematográfico del bueno para contar de modo verosímil y fiel a la realidad y The Blind Side es un excelente ejemplo.

No en vano las personas reales en cuyas vidas está basada la historia no sólo han aprobado la versión cinematográfica sino que se han prestado para un extenso pase de fotografías al final de la película.

Por cierto: sí, aunque no lo crean, también los republicanos pueden ser buenos.

sábado, 12 de junio de 2010

Príncipe de Persia - firma invitada: Cristina Hansen

Nadie mejor que una empedernida jugadora del juego original para comentar su adpatación al cine. Con ustedes, Cristina Hansen:

El príncipe de Persia y las arenas del tiempo

Todavía recuerdo aquellos ordenadores (386, con pantalla en naranja y negro) en los que jugaba al “Príncipe de Persia”. Era un juego de niveles, y en cada uno de ellos un machanguito (el príncipe) tenía que correr, saltar y esquivar trampas, sierras, y cuchillos para llegar al siguiente. Al final de todos los niveles estaba la princesa por la que había que luchar. Este juego, imperecedero con sus sucesivas versiones, es el que acaba de ser llevado a la gran pantalla, producido por Jerry Bruckheimer (Piratas del Caribe, La Búsqueda). Así que fui al cine intrigada por cómo han podido plasmar un videojuego en una película, y por volver a ver a mi héroe de juego de ordenador en la gran pantalla.

Aunque no podamos decir que es una gran película, sí que es una buena película de aventuras. Es más: entre el argumento y la acción se consigue recrear muy fielmente la sensación del juego. Me explico. Ya desde las primeras escenas tenemos al príncipe corriendo, saltando entre casas, caminando sobre maderas que sobresalen. A veces le da la sensación a uno de tener que apretar espacio más flecha para que logre saltar lo inimaginable. Estas hazañas del juego se repiten a lo largo de la película.

No sólo eso, la propiedad de la daga de volver atrás en el tiempo recrea estupendamente la posibilidad de repetir la jugada de cualquier juego de ordenador (pierdes una vida y vuelta a empezar, con la experiencia ganada del anterior intento: es exactamente lo que le ocurre al protagonista en la película), con un sorprendente final que descansa precisamente sobre esta sensación de volver a jugar el juego para llegar al final deseado.

Bajo mi modesto punto de vista, habiendo jugado bastante poco a juegos de ordenador, me parece una magnífica adaptación de las sensaciones de jugar convertidas en una película de acción, igual que el Hulk de Ang Lee supuso, al margen de la calidad de la película, una fantástica manera de adpatar al cine la sensación de estar viendo un cómic.

Si te gustó jugar al Príncipe de Persia, esta es tu película.