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sábado, 14 de agosto de 2010

Origen (Inception)

Añoraba yo la sensación que de pequeño me quedaba tras ver en la televisión lo que luego se convertirían en clásicos, concretamente del cine bélico o el western. Parafraseando a San Agustín, sé perfectamente a lo que me refiero si no me piden que lo explique, si me lo piden, no sabría hacerlo. Pero lo intentaré de todos modos. Está en la línea de que la película en cuestión sea capaz de trasladarte por completo a otro lugar y a otro tiempo, o a hacerte perder la noción del mismo.

Quizás consiga explicarme aludiendo a lo que no es: por ejemplo, cualquier película que sólo logre ese “traslado” de manera parcial – a otra época, a otro lugar—pero no por completo, podrá ser muy buena, excelente incluso, pero no quedará en mi memoria como algo memorable y especial. No se trata de que la película trate de lugares cada cual más lejano o fantástico, o de otras épocas, reales o imaginarias. No se trata de eso. Se trata más bien de que, siendo fantástica o no, el espectador se sienta inmerso en una historia tan intensa y bien contada que se olvide literalmente de dónde y cuándo está. Para ello la historia ha de tener una riqueza de aspectos, perspectivas, sucesos, desarrollos muy amplia. La mayoría de las películas de las últimas décadas cuentan un evento, una vida, un relato, sin conseguir esa riqueza, esa abundancia, y por lo tanto, aun siendo excelentes películas se quedan a medio camino en cuanto a ese “traslado” del que hablaba.

Con ejemplos será más fácil. De mi niñez recuerdo que “Los Cañones de Navarone” fue una de esas películas que me marcaron en ese sentido. En las últimas décadas esa sensación se me había quedado olvidada en mis recuerdos hasta que fui a ver “El caballero oscuro”. Fue una experiencia maravillosa volver a terminar de ver una película con aquella sensación de antaño.

Con Origen, Christopher Nolan ha demostrado que “El caballero oscuro” no le salió así por casualidad. Aunque seguro que lo había oído o leído, mientras veía Origen no tenía presente que se trataba de otra película de Christopher Nolan, y, a pesar de las diferencias de género y de contenidos, volvió a mí aquella sensación y tuve que caer en la cuenta de que efectivamente, era otra obra suya.

Nolan es capaz de sumergir al espectador en un mundo propio, ya sea con la enésima versión de un superhéroe o con una original historia sobre sueños. Y es que, como decía, no se trata del contenido, sino del modo de contarlo. Con su arte, Nolan ha demostrado estar en otra dimensión con respecto al resto de creadores cinematográficos: sabe lo que el público quiere, y encuentra el modo de dárselo de una manera total, y además inteligente, original y única.

En Origen el espectador está todo el tiempo viendo que suceden cosas, que se desvelan nuevos aspectos, que aparecen nuevas tramas, que se suceden las novedades, las sorpresas, los giros inesperados, y, además, unos espectaculares efectos especiales perfectamente dimensionados al servicio de una experiencia inmersiva, tanto por el relato como visualmente (y sin recurrir al 3D – vale, vale… esta vez no me meto más con eso…).

Bueno, y sobre la historia, hay que decir que también es fascinante en sí misma, sobre el mundo de los sueños – un ámbito al mismo tiempo tan cercano y tan desconocido – y su utilización al servicio de la manipulación y del crimen organizado. El modo en que los protagonistas se introducen en los sueños de sus “sujetos” recuerda ligeramente a Nivel 13 y, cómo no, al mundo de Matrix. De hecho, se podría considerar como un antecedente, una precuela casi, de esta trilogía: al fin y al cabo, si las máquinas de Matrix saben cómo controlar las mentes de los humanos, es porque ese conocimiento ya lo desarrollaron otros humanos primero, como por ejemplo en Origen.

Confiando en que Christopher Nolan mantenga esa capacidad única para crear cine total, puedo decir que estaré esperando su próxima película para volver a vivir una experiencia cinematográfica muy especial.

Noche y Día

Tras ver Noche y Día, sigo sin saber qué tipo de película querían hacer sus creadores. Si nos guiamos por el trailer, lo cual suele ser la mejor manera de hacerse una idea equivocada, parece ser una comedia. En ese caso me alegro de que no alcanzaran su objetivo, ya que me revientan las comedias, tan comunes hoy en día, en que para hacer reír se olvida la diferencia entre comicidad e inverosimilitud, que es lo que hacía temer el trailer. En esta película, no hay, pues, suficientes golpes cómicos de este tipo como para sacarnos de la acción y es posible mantenerse dentro de la trama, que finalmente resulta ser hasta intrigante, con tintes de las clásicas películas de espionaje.

Claro que podría tratarse de una parodia (u “homenaje”) a precisamente esos clásicos de intriga y espionaje, en cuyo caso tampoco habrían conseguido lograr su objetivo, ya que lo que les ha salido es más bien una película de ese género un poco light y floja.

Otra opción es que realmente la idea era hacer una de espías, en cuyo caso el tono ligero y las extensas dosis de acción hacen que no esté, desde luego, a la altura de las grandes producciones de este género.

Ahora bien, siendo cierto que hay muchas y extremas exageraciones en cuanto al número de atacantes, disparos y golpes y a la gravedad de las caídas y colisiones a los que un ser humano puede sobrevivir, éstas se mantienen dentro de cierta coherencia a lo largo de toda la película, y siempre al servicio de una trepidante y espectacular acción que ya en sí misma es merecedora de ser vista (y que da muchas ganas de ver el "making of" - por cierto: se escribe así, con una "f", ¿¿¿¿qué sentido tendría con la palabra "off"????).

Si a eso añadimos las buenas actuaciones de Tom Cruise y Cameron Díaz, él como siempre, y ella especialmente convincente en su papel de compañera involuntaria y ajena a lo que sucede a su alrededor, el balance es positivo, siendo su visionado bastante agradable y entretenido.

sábado, 7 de agosto de 2010

Toy Story 3 - Day & Night

Toy Story 3 no sólo está a la altura de sus dos predecesoras sino que es, en sí misma, una gran película, que demuestra que Pixar no sucumbe a la tentación de confiar el éxito de sus películas únicamente a su magnífica capacidad de creación gráfica y de animación, sino a los contenidos y los guiones.

Es una película entrañable, quizás un poco más para los seguidores de la franquicia que para quien se acerca por primera vez al mundo de estos juguetes con vida propia, pero sólo un poco. Cualquier espectador saldrá encantado de haber pasado un rato agradable y divertido.

Otro punto muy positivo es –y ya siento ser reiterativo en esta cuestión—que en ningún momento tuve la sensación de estar viendo una secuencia creada pensando en la versión 3D. Sin duda alguna, ver la película en 3D tendrá su valor añadido, pero es digno de mención que no hayamos tenido que soportar una sucesión de tomas diseñadas para explotar vacíamente el efecto tridimensional, como ocurriera en tantas otras producciones comentadas aquí.

En cualquier caso, también es de agradecer que la película no se exceda en su aspecto nostálgico, ingrediente del que abusó por ejemplo Rocky Balboa, con respecto a sus anteriores entregas. En Toy Story 3 hay un toque de despedida, pero de una manera más bien acorde con el tópico de que más que un adiós es un hasta siempre. Y quién sabe, igual hasta vuelven,,,

Mención especial merece el corto que precede a la proyección de la película, como nos tienen acostumbrados los de Pixar. En esta ocasión, nos sorprenden con una increíble capacidad de innovar, por si se nos había pasado por la cabeza que ya no había campo en que ser original en el mundo de la animación. “Día y Noche” es un corto que combina de un modo totalmente inesperado la animación plana, de simples siluetas, reminiscente de la célebre “La Línea”, con la ya tradicional imagen de animación con volumen en la que tan expertos son en Pixar. Pero sobre todo, predomina un ingrediente: una idea genial, magistralmente realizada; una estupenda historia, contada con encanto.