Buscar en este blog

sábado, 31 de diciembre de 2011

Una Terapia Peligrosa

Una Terapia Peligrosa es un interesante relato del momento histórico en que de la especialidad médica de salud mental se desgajaron unas tendencias que abandonaron el método científico para sustituirlo por fijaciones obsesivas (Freud) y esoterismo pseudocientífico (Jung), bases de la actual práctica de la Psicología.

El contexto del relato retrata fielmente el ambiente enfermizo en que se desenvuelve la trama, en la que queda borrada la línea que separa al terapeuta del paciente, llegándose a la surrealista situación de que la esposa de Jung pide a la que fue paciente de éste y después psicóloga, que trate a su marido, del que además había sido amante.

El ambiente opresivo de las mentes enfermas que acaban siento terapeutas de otras y viceversa, aderezado con unas relaciones sexuales patológicas alimentadas por Freud para después interpretarlas como relaciones sexuales patológicas, parece propicio para que el espectador se ponga en guardia ante la posibilidad de que su psicólogo en realidad sea un enfermo mental.

Sin embargo, la paradoja se despeja de manera satisfactoria al demostrarse que al fin y al cabo es la propia experiencia personal de haber sufrido en propia carne problemas mentales lo que hizo que los tres personajes de la película fueran considerados como buenos psicólogos y terapeutas después de llegar a la cordura, y no sus especulaciones y enfoques acientíficos de la psicología que además se contradicen entre sí, como cabe colegir de las palabras del personaje de Jung en el diálogo final de la película.

Moraleja: si alguna vez usted encuentra la aguja en el pajar de un psicólogo que sabe ayudarle, su capacidad de hacerlo radicará sobre todo en su habilidad para ponerse en el lugar de usted, y no en lo que estudió en la carrera de Psicología. Esta función ha sido desempeñada durante muchos siglos por madres, amigos y sacerdotes con al menos el mismo éxito, y sin necesidad de enrevesadas teorías sobre la psique humana que incluso son capaces de hacer enfermar mentalmente a los que las desarrollan o estudian…

sábado, 17 de diciembre de 2011

In Time


Andrew Niccol no es un guionista y director muy prolífico, pero cada vez que se pone a escribir borda su tratamiento del tema elegido. Sólo seis son sus guiones, y todos ellos -- Gattaca, El Show de Truman, S1m0ne, La Terminal, El Señor de la Guerra y, ahora, In Time -- son magníficas películas que tienen, no demasiado ocultos, diferentes planos de lectura más allá del de el relato en sí.

De este modo, sería una pena que la lectura de In Time se quedara en verla superficialmente como una versión moderna de Robin Hood con la anécdota de que la moneda de cambio sea el tiempo en lugar del dinero.

La equivalencia entre el tiempo y el dinero es mucho más que una anécdota, es donde radica la lectura más interesante de esta película, en la que innumerables frases y diálogos refuerzan la sensación de que en nuestras vidas esa equivalencia es radicalmente cierta y total. Merece la pena ponerse a reflexionar y descubrir que a fin de cuentas nos desvivimos, dejamos de dormir, malgastamos nuestras vidas para ganar dinero para con él comprar tiempo: tiempo de relax, de vacaciones, de jubilación... para recuperarnos del esfuerzo realizado. Todo un contrasentido que In Time pone de relieve.

In Time no colmará las expectativas de quienes quieran ver un alegato contra el capitalismo o una película de ciencia ficción en torno a la programación genética. Es más bien una historia para pensar sobre nuestras vidas. No en vano no está localizada en el futuro, sino en un presente diferente, como alegoría del presente real, que, pensándolo bien no es tan diferente del que vemos en In Time, a pesar del mundo tan distinto que nos describe.

Como único "pero", el final del pesonaje de Raymond Leon, guardián del tiempo, cuya muerte parece truncar un interesante desarrollo en su actitud frente a la realidad y su propio oficio.

Arthur Christmas

Las nuevas tecnologías llegan al polo norte y nos brindan esta imaginativa y amena película propicia para las fechas navideñas.

Con mucho humor y unos personajes bien caracterizados Arthur Christmas constituye una interesante manera de explicar la recurrente pregunta de los niños de cómo puede Papá Noel repartir tantos regalos en una sola noche...

Nos presenta además una entretenida historia de choque generacional en la que finalmente todos los personajes tienen un lado amable con el que contribuyen a una resolución feliz del conflicto.

Cabe destacar los divertidos guiños a aspectos muy concretos de las nuevas tecnologías del momento actual, lo cual puede ser el único óbice para que Arthur Christmas se convierta en un clásico de las Navidades.

Las Aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio

A priori podría parecer innecesario el esfuerzo de convertir en imágenes de animación a personajes encarnados por personas de carne y hueso, y eso es lo que yo pensaba antes de entrar a ver esta superproducción de Spielberg y Jackson.  Pero una vez sentado en la butaca no he tardado en apreciar que habría sido imposible mostrar a actores reales en situaciones tan propias del cómic como imposibles de filmar.

Así pues, esta técnica se ha revelado como una herramienta valiosísima para trasladar a la gran pantalla la sensación de estar viendo un cómic.

El resultado es indudablemente excelente, como no podía ser de otro modo de la mano de dos grandes del cine como éstos. Repleta de acción, de aventura y del humor propio de la versión en papel de las aventuras de Tintín, esta película no defrauda, sino que deja con ganas de que esta aventura cinematográfica de adaptar al cine esta serie de cómics, con el aliciente de que queda por aparecer el profesor Tornasol...

Kika Superbruja: El Viaje a Mandolán

Lo de Kika Superbruja no deja de ser un fenómeno sorprendente: tras pasar totalmente desapercibida la primera entrega, el posterior éxito de los libros ha conseguido que esta segunda película tenga una aceptable acogida en los cines de España.


Tanto ésta como la primera son películas alemanas, muy entretenidas y centradas en el público infantil al que se dirigen, a diferencia de tantas otras películas supuestamente infantiles que para agradar a los padres, tíos, abuelos, etc... incluyen golpes de humor pensados para adultos. Mientras esta estrategia de marketing es perfectamente comprensible y ha dado lugar a un género llamado "familiar" más que "infantil", es igualmente cierto que se empezaban a echar de menos producciones puramente infantiles en las que los más pequeños pueden entender absolutamente todo lo que se relata y, probablemente, salir del cine con la misma sensación que salimos nosotros cuando hemos visto una película que nos satisface.


Con todo esto, puede afirmarse que Kika Superbruja 2 cumple con creces sus objetivos y pone al cine alemán en nuestras pantallas con una nota más que aceptable.